13 de Enero de 2011 - 09:10:01 - Pedro García Luaces - 0 comentarios
Es bien conocida la larga batalla que la Iglesia católica libró contra la usura durante la Edad Media y el primer Renacimiento. Pero, en gran medida, oponerse a la usura era oponerse al préstamo mismo, del que necesitaban no sólo los pobres, sino también los nacientes empresarios capitalistas y hasta los estados. En medio de este clima se organizaron los primeros «montes», es decir, acumulaciones de dinero para necesidades políticas o civiles. A mediados del siglo xv, fueron los padres franciscanos, que tenían algún «monte» procedente, sobre todo, de la limosna y de ayudas reales, los que decidieron convertirlos en «montes de piedad»: instituciones dedicadas a la ayuda a los más pobres, que daban préstamos sin interés aunque con alguna garantía, como joyas, vestidos u otros bienes no perecederos; lo que hoy se denomina préstamo prendario. En el Concilio de Letrán de 1515, ante la presión de la realidad, se admitió por vez primera la posibilidad de cobrar un muy moderado interés en esos préstamos —hasta entonces los usureros jamás bajaban del 20 por ciento— y treinta años más tarde, en Trento, se oficializó la condición benéfica de los montes de piedad.
A lo largo de los siglos xvi y xvii la institución se generalizó en toda Europa. En España, la iniciativa correspondió al padre Francisco Piquer y Rodilla (1666-1739), quien creó el Monte de Piedad de Madrid. Piquer, procedente de una modestísima familia de Villabona, Teruel, era, además de sacerdote, músico. En 1694 ocupó el puesto de capellán cantor en el convento de las Descalzas Reales. Vivió desde entonces en el Hospital de la Misericordia, donde inició su largo trato con los franciscanos.
En 1702 alumbró el proyecto de creación de Nuestra Señora del Santo Monte de Piedad de las Ánimas, cuyo capital inicial, de un real de plata, puso él mismo en una «caja de ánimas» depositada en el Hospital de la Misericordia. La Real Congregación de Nuestra Señora del Milagro, en la que había sido admitido, se encargaría de administrar la fundación. Pero no se detuvo allí la labor del padre Piquer: hasta pasados diez años, el 13 de enero de 1712, no consiguió que el Consejo de Castilla aprobara los estatutos del Monte de Piedad, que él mismo había redactado. De aquella institución surgiría, con el tiempo, la actual Caja Madrid. En la Plaza de las Descalzas, frente al monasterio del que fuera capellán y en el que está enterrado, una estatua de José Alcoverro perpetúa su memoria desde 1889.
Otras efemérides de este día:
1750: Se firma el Tratado de Madrid, que anula el de Tordesillas, sobre los límites fronterizos de los territorios americanos con Portugal.
1776: En la Guerra de la Independencia de Estados Unidos, George Washington entra en Nueva York.
1887: Creación del asilo de inválidos del Trabajo, una de las primeras muestras de asistencia social.
1898: Émile Zola publica el famoso artículo «Yo Acuso» en el diario L’Aurore, protestando por el caso Dreyfus.
1955: España ingresa en la OCDE.
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