23 de Febrero de 2011 - 09:10:01 - Pedro García Luaces - 0 comentarios
El 23 de febrero de 1981 el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero entraba en el hemiciclo pistola en mano y secuestraba a los parlamentarios. Eran las 18.23 horas y el diputado socialista Manuel Núñez Encabo se disponía a emitir su voto en la sesión de investidura de Leopoldo Calvo Sotelo, que sustituía al presidente saliente, Adolfo Suárez. La televisión y la radio narraban desde el Parlamento, España entera asistía en directo al golpe de Estado. Tejero era un guardia civil de los considerados «duros», procesado anteriormente por su participación en la fallida Operación Galaxia que pretendía apoderarse de un Consejo de Ministros. Desde el principio nadie dudó de que se trataba de un golpe de Estado, aunque faltaba saber quién lo encabezaba, pues Tejero era una magnífica punta de lanza pero no un cerebro pensante.
El general Jaime Milans del Bosch aportó luz al asunto declarando el estado de sitio en la Región Militar de Valencia y sacando sus tanques a la calle. La División Acorazada Brunete le secundó en Madrid, aunque el despliegue fue más limitado, ocupando puntos clave como los estudios de RTVE. Luego, el general Alfonso Armada Comyn quiso ir a la Zarzuela y dar explicaciones al Rey, pero Sabino Fernández Campo, jefe de la Casa Real, lo impediría. Cuando el general Juste, de la Acorazada Brunete, llama a la Zarzuela esperando encontrar allí a Armada, Fernández Campo le responderá de forma decisiva: «Ni está ni se le espera». Y ahí empezó a fracasar el golpe, pues Juste, que pensaba que el Rey estaba al corriente, detuvo los tanques de la Acorazada y los mandó regresar. Ningún general más se sumaría al golpe y, poco a poco, los involucrados irían cediendo.
Faltaba el asunto de Tejero, cada vez más abandonado en el Congreso, pero fiero y obstinado como pocos. «En aquel momento empezaba a sentir el peso de España sobre los hombros», diría después en el juicio. Armada intentó hacerle entrar en razón y más tarde el propio Milans del Bosch le telefoneó para decirle que todo había terminado. Terminará, 17 horas después, tras el llamado «pacto del capó», en el que Tejero asumía toda responsabilidad y exigía inmunidad para sus hombres. La democracia había triunfado, los rancios laureles del franquismo no reverdecerían, pero ¿por qué los dos generales más monárquicos del Ejército se habían levantado contra su rey?, ¿cómo había podido Tejero burlar la vigilancia de los servicios secretos y organizar un número semejante?, ¿qué pretendía el general Armada acudiendo al Congreso?
Otras efemérides de este día:
1455: Johannes Gutenberg imprime la primera Biblia en una imprenta.
1821: Muere en Roma el poeta inglés John Keats.
1918: Se constituye oficialmente en Rusia el Ejército Rojo.
1937: Batalla del Jarama en la Guerra Civil.
1983: Expropiación de Rumasa.
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