13 de Febrero de 2011 - 09:10:01 - Pedro García Luaces - 0 comentarios
El 13 de febrero de 1837 moría el gran escritor del Romanticismo, Mariano José de Larra. Su muerte, precoz como su talento, conmocionó al Madrid intelectual y periodístico. Mariano José de Larra nació en Madrid en el seno de una familia afrancesada. Su padre, médico personal de José Bonaparte, tuvo que huir a Francia tras la derrota de Napoleón, aunque sería perdonado por Fernando VII cinco años después entrando a trabajar en la corte. Larra tiene entonces nueve años y de alguna forma su regreso al español supone para él un nuevo aprendizaje.
Poeta, crítico y dramaturgo, el talento de Larra dibuja su mejor trazo en el artículo periodístico, cuyos primeros pasos dará en «El duende satírico del día». La aventura durará un año. Después vendrá «El pobrecito hablador» de afán ilustrado, donde desata su mirada costumbrista y gana merecido prestigio. De ahí pasará a la Revista Española, ya con el seudónimo de Fígaro y un caché de primer espada justificado por artículos como «Vuelva usted mañana» o «El castellano viejo».
Si su éxito profesional es innegable, su vida sentimental, por el contrario, transcurrirá bajo el signo de la fatalidad. Su primer amor resultó ser amante de su padre. En 1829 casará con Josefa Wetoret, matrimonio que sólo le aporta desgracias y del que dará cuenta en su artículo «Casarse pronto y mal». Por aquel entonces ya era infiel a su mujer con Dolores de Armijo, al menos lo era de pensamiento. A la bella Dolores, casada con un joven militar, la sedujo con patética insistencia. La relación fue turbulenta. Dolores le abandonó y el joven poeta, poco hecho a las frustraciones, se arrancó la vida de un tiro en la sien.
Larra fue enterrado en olor de multitudes. Mientras el ataúd descendía a la fosa, un joven desconocido se encaramó a un panteón cercano y comenzó a declamar: «Ese vago rumor que corta el viento/ es la voz funeral de una campana/ vano remedo del postrer lamento/ de un cadáver sombrío y macilento/ que en sucio polvo dormirá mañana». Sorprendido, Ventura de la Vega susurró: «Hoy hemos asistido a la desaparición de un gran escritor y al nacimiento de otro». Ese otro era José Zorrilla, tenía veinte años y rendía tributo al escritor fallecido. Su aparición le daría las portadas de los periódicos. Desde luego, había nacido un escritor.
Otras efemérides de este día:
1113: Un tribunal pontificio falla contra la legitimidad del matrimonio de Urraca y Alfonso VI.
1542: Ejecución de Catalina Howard, quinta esposa de Enrique VIII.
1668: España reconoce la independencia de Portugal en el Tratado de Lisboa.
1895: Los hermanos Lumière patentan su invento, el proyector cinematográfico.
1917: El servicio de espionaje francés detiene a la espía Mata Hari en un hotel de París.
No hay comentarios:
Publicar un comentario