19 de Marzo de 2011 - 09:10:01 - Pedro García Luaces - 0 comentarios
El 23 de marzo de 1808, cuatro días después del Motín de Aranjuez, que culminó con la abdicación de Carlos IV y el ascenso al trono de Fernando VII, Murat entró en Madrid. Fernando VII abdicó en las vergonzosas Capitulaciones de Bayona en favor de Bonaparte, quien a su vez cedió el trono español a su hermano, José I. Sólo cinco semanas pasaron antes de que el pueblo de la capital se levantara en armas contra el invasor francés, el 2 de mayo. El movimiento, en principio espontáneo y local, se extendió a toda España y, en los meses siguientes, se organizó en las que se denominaron «juntas» de gobierno, que a su vez pronto se agruparon en una Junta Gubernativa Central, con sede en Aranjuez, posteriormente trasladada a Sevilla. El primer dirigente reconocido de la Junta fue el conde de Floridablanca, antiguo ministro ilustrado de Carlos III y Carlos IV, partidario, al igual que Jovellanos, de la preservación del orden y de la restauración de la monarquía absoluta encarnada en Fernando VII. Las reformas de José I, por otra parte, atrajeron a su bando a no pocos ilustrados españoles, los llamados «afrancesados». Pero de lo que se trataba era de conservar un Estado propio, capaz de quitarse de encima a Napoleón. Esto requería una nueva Constitución y con esa finalidad fueron convocadas unas Cortes Generales en Sevilla, en 1809. Ante el avance de las tropas francesas, los constituyentes se desplazaron a la Isla de León, esto es, a San Fernando, y poco más tarde a Cádiz. Las deliberaciones fueron prolongadas y minuciosas, ya que había que resolver problemas como el de las posesiones de ultramar, convirtiéndolas en provincias del nuevo Estado, de modo que el artículo primero decía en su redacción final que «la Nación española es la reunión de los españoles de ambos hemisferios». Finalmente, el texto definitivo fue aprobado el 19 de marzo de 1812, día de San José, a lo cual la Constitución debe el mote de «la Pepa». Sólo estuvo en vigor hasta 1814, cuando, a su regreso, Fernando VII la abolió. La existencia misma de una Constitución ponía límites al absolutismo. No obstante, el alzamiento del general Riego obligó a Fernando a restaurarla durante el llamado «Trienio Liberal» de 1820-1823, que terminó bruscamente cuando la Santa Alianza ordenó el envío a España de los «Cien Mil Hijos de San Luis» en auxilio del monarca, dando inicio a la «Década Ominosa» de 1823-1833.
Otras efemérides de este día:
914: El monarca leonés García I muere tras ser herido en Arnedo y le sucede Ordoño II.
1601: Nace en Granada el pintor Alonso Cano.
1808: Carlos IV abdica en su hijo Fernando VII.
1813: Nace en Escocia el explorador David Livingston.
1945: El conde de Barcelona hace público el manifiesto de Lausana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario